Por Carlos Guajardo

Académico Facultad de Educación, U. Central

Luego de las vacaciones, los establecimientos educacionales ya han iniciado su último semestre escolar, el cual suele ser bastante más corto que el anterior. A ello, se suma la rendición del SIMCE para los niveles de 4º, 6º y II medio, junto a la PSU para los estudiantes que egresan de IV medio.

Muchos colegios suelen caer en una suerte de “estrés académico” en este segundo semestre, el cual puede ir en desmedro de los alumnos/as quienes sienten la presión de estas pruebas nacionales (SIMCE y PSU), desviando la atención frente al propósito del desarrollo de aprendizajes en los estudiantes. Por ello, debemos ser cuidadosos en conllevar un plan semestral que no “apriete el acelerador” de los objetivos de aprendizaje, en las distintas asignaturas cursadas por el currículo nacional. En la medida que tanto el colegio como los apoderados estén comunicados de los acontecimientos académicos y programáticos, no se debe someter a los niños/as y jóvenes a un estrés innecesario donde se pierda el encanto por disfrutar de la escuela.

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Algunas recomendaciones que siempre entrego a mis colegas y apoderados, es que la escuela debe iniciar el semestre con un diagnóstico por asignatura para asegurarnos que los estudiantes hayan desarrollado las competencias requeridas en el período anterior. Así, de ser necesario, nos damos un tiempo razonable para nivelar aquellos objetivos de aprendizaje, habilidades y actitudes para su formación.

Por otra parte, debemos entender que las vacaciones son un período de descanso para los alumnos/as y seguramente habrá que prever aquello que ha sido olvidado. ¡Profesores! Hagan actividades diagnósticas a partir de experiencias como: focus group, lluvia de ideas o entrevistas; salgan de la típica “prueba de diagnóstico”. Lo esencial, es comprender que esta instancia evaluativa sea un facilitador en la toma de decisiones para la planificación semestral y de clase.

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A los padres y apoderados, deben ser parte activa de la tarea de enfrentar un segundo semestre con sus hijos/as, siendo crucial el contacto desde el inicio con el profesor jefe o de asignaturas; estas instancias de diálogo, ayudan bastante para no encontrarnos con ‘sorpresas’ al finalizar el año. La familia debe ser un apoyo incondicional para los estudiantes durante todo el periodo escolar, velando por acciones como: establecer un horario prudente de estudio en el hogar, complementar con otras tareas vinculadas con los aprendizajes que se revisan en la escuela (visitar un museo, revisar videos, lecturas complementarias, etc.) y por sobre todo, dar espacios de descanso y recreación durante los fines de semana.

De la escuela y la familia depende que se enfrente un segundo semestre sin entrar en la “locura” de la exigencia desmedida en los estudiantes de todos los niveles de la educación formal de nuestro país.

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