Acercarse este verano a los mejores textos de la literatura clásica, con claras referencias a fenómenos del siglo XXI, es la invitación de la académica de la Licenciatura en Literatura de la U. San Sebastián, Carolina Heiremans. La Odisea apunta a conflictos existenciales; en Frankenstein, se emplaza a pensar en los límites del saber y en las virtudes y vicios del ser humano y Drácula muestra el inicio de un cambio de rol de la mujer en la sociedad.

Comienza el año nuevo y se acerca el inicio de las tan esperadas vacaciones. El salir de la rutina implica descanso, tiempo de ocio, de reencuentro con la familia, nuevos lugares y lectura.

En un mundo tan instantáneo, resulta más profundo detenerse a leer buena y clásica literatura que alude también a fenómenos actuales. Esta es la invitación de Carolina Heiremans, directora del Bachillerato en Humanidades y Ciencias Sociales y académica de la Licenciatura en Literatura de la U. San Sebastián.

La Odisea, de Homero

Atribuido al poeta griego Homero, quien lo habría creado en el siglo VIII a.C., “La Odisea” es un poema épico compuesto por XXIV cantos, donde se narra el viaje de regreso de Odiseo a Ítaca, tras participar en la caída de la ciudad de Troya. Mientras tanto, en su tierra natal lo esperan su hijo Telémaco y su mujer Penélope, quienes no han tenido noticias de su paradero durante 10 años. Su retraso se debe a una serie de infortunios y desventuras que logrará sortear con éxito, que incluyen un encuentro con un cíclope que quiere devorarlo junto con su tripulación, sobrevivir a tormentas y embates de la naturaleza, resistirse a la tentación de jóvenes y bellas mujeres, como la ninfa Calipso que le promete la inmortalidad, pero, sobre todo, conlleva aceptar un proceso de crecimiento interno que hará del héroe de la Guerra de Troya, conocido por ser un rey temerario y osado, un hombre sabio y maduro, que aprende de sus errores.

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Heiremans explica que “estos desafíos que enfrenta Odiseo apuntan a conflictos existenciales que todo ser humano experimenta a lo largo de su vida y si bien la historia se desarrolla en un mundo, donde no se cuestiona la intervención de los dioses griegos, ni la existencia de hechiceras y sirenas, su lectura es una invitación a reflexionar sobre dilemas que también afectan al hombre del siglo XXI”.

Frankenstein o el Moderno Prometeo, de Mary Shelley, 1818.

En una noche de tormentas de 1816, a orillas del lago Leman de Ginebra, un grupo de amigos aceptaba el desafío de su anfitrión, el poeta inglés Lord Byron, quien los alentaba a escribir un cuento de terror. Entre los invitados a la Villa Diodati, se encontraban el doctor John William Polidori y Mary Shelley, quienes entre truenos y relámpagos dieron vida a dos monstruos: el denominado vampiro aristocrático o “El Vampiro”, de Polidori, publicado en 1819, y de la mano de Mary Shelley, el temido y repudiado Frankestein.

En “Frankestein o el Moderno Prometeo”, la escritora narra la historia del doctor Víctor Frankenstein, quien, a través de sus estudios de los clásicos alquimistas y su fascinación por la química, quiere encontrar la fuente de la vida eterna. Finalmente, logrará dar vida a una criatura de tamaño desproporcionado, que deambulará por la tierra de los hombres en busca de su creador.

En esta novela, encontramos preguntas sobre el valor de la vida y la muerte, además de cuestionarse los límites de la ciencia, que pueden llevar a una persona a caer en los más peligrosos vicios. También nos remite a las discusiones científicas de hoy en día sobre la posibilidad de extender la vida de las personas o crear a seres humanos idénticos a través de la clonación, explica la directora del Bachillerato en Humanidades y Ciencias Sociales.

Drácula, de Bram Stoker, 1897

El escritor irlandés Bram Stoker se demoraría siete años en recopilar los antecedentes que le permitirían crear a “Drácula”, una criatura con aspecto de ser humano, pero que llamaría la atención por sus dientes afilados, orejas puntiagudas y extrema fuerza, además de alimentarse exclusivamente con sangre humana y no tener piedad ni compasión por sus víctimas. Históricamente, se le suele vincular con Vlad III, príncipe de Valaquia y héroe nacional de Rumania, quien acostumbraba a empalar a sus prisioneros de guerra y presenciar cómo estos agonizaban.

Pero la historia del verdadero “Drácula”, cuyas adaptaciones cinematográficas le asignaron características que no tenía en la obra de Stoker, como su nula tolerancia a los rayos del sol, comienza con el viaje a Transilvania de Jonathan Harker, un abogado dedicado a los bienes raíces, quien debe entrevistarse con el Conde Drácula para concretar la compra de una propiedad en Carfax, Inglaterra. Durante su estadía en estas tierras lejanas, se dará cuenta de quién es realmente su anfitrión y tratará de impedir que logre expandir su maldad en el continente europeo.

En este clásico, escrito en formato epistolar, se da la eterna lucha entre el folclor y la mentalidad científica, que, desde las creencias o el uso de la razón, respectivamente, buscan explicar la existencia de esta criatura y de fenómenos sobrenaturales. “También se reflexiona sobre la maldad, como aquello que el ser humano ha querido y seguirá intentando erradicar de sí mismo porque si bien la rechaza, también se siente atraído por esta. Además, se percibe un cambio en el rol de la mujer en la sociedad victoriana a través del actuar de Mina Harker, quien tendrá un papel relevante en esta novela. En definitiva, todos tópicos que siguen vigentes y que la literatura reactualiza constantemente”.

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