Por Juan Antonio Montes Varas
Director Acción Familia
Hay ciertas enfermedades que comienzan con pequeños síntomas inocuos, pero que, poco a poco, se agravan, poniendo en riesgo la existencia misma del paciente.
Lo mismo ocurre con las enfermedades sociales. Una de éstas, cuyos síntomas están paulatinamente creciendo, es lo que se ha llamado “el animalismo”. Esta anomalía consiste en afirmar que los animales tienen exactamente la misma dignidad y derechos que los seres humanos y que ellos no pueden ser aprovechados para la alimentación, el entretenimiento, o como compañía de las personas.
Esta enfermedad social tiene varios grados, ella va desde el vegetarianismo absoluto hasta la afirmación de que los hombres somos la especie más peligrosa del cosmos y que, por lo tanto, se debe promover su limitación en número y en el desarrollo de sus potencialidades de progreso material. Unos y otros se reconocen como “animalistas”.
La semana pasada esta enfermedad dio muestras de ser peligrosamente contagiosa y de estar creciendo como una plaga.
El concejal y ex alcalde, Carlos Arellano, propuso en reunión del Concejo de Rancagua que se prohibiera el rodeo. Sus argumentos fueron los mismos que utilizan los “animalistas”, mezclados con una dosis de lucha de clases. “Podemos hacer de la Medialuna un Centro Cultural del que disfruten todos los rancagüinos y no solo una élite que la utiliza un par de veces al año con un espectáculo de maltrato animal”, y concluyó, “no quiero ver crecer mis hijos en una comuna que tiene este espectáculo tan sangriento.”
Similar opinión expresó el concejal, Danilo Jorquera , “tengo una opinión contraria al rodeo, (…) en vez de que se conozca (a Rancagua) como la ciudad capital del rodeo a nivel nacional, que se diga claramente que es la capital del maltrato animal”.
Opinión contraria manifestaron los concejales Pamela Jadell (Independiente) y Ricardo Guzmán . Para este último la propuesta es claramente populista: “Que Recoleta lo haya prohibido me da lo mismo, porque no tiene Medialuna en su comuna, por lo tanto, es tan populista como esto. Lo importante aquí es que podamos mantener ciertas tradiciones, acá se usa mucho el rodeo, es el segundo deporte más popular de Chile, y también hay una serie de actividades [de solidaridad] que se hacen a través de este tipo de actividades [deportivas]”, sostuvo el concejal.
Por su parte, el presidente de la Federación del Rodeo Chileno, Cristián Moreno, señaló que ese deporte forma parte de las tradiciones de Rancagua al igual que de todo Chile. “Una tradición de la época en que existe el país como tal”, dijo. En esta línea afirmó que “no podría tener una postura distinta a oponerme a cualquier iniciativa (que pretenda prohibir los rodeos)”.
Pero oigamos la voz de un huaso, criado y formado en el campo y entrevistado por el diario “La Tercera” en Agosto.
“Omar Correa de 85 años recorre con entusiasmo el fundo Huechún. Por enésima vez quiere revisar que todos los detalles estén listos. Las mantas de huaso ya fueron mandadas a pedir a una confeccionadora y en una semana debieran estar listas para ser usadas. También las espuelas y los sombreros. Aunque a su edad nada lo sorprende, la víspera de las Fiestas Patrias siempre trae una emoción especial para el hombre de campo. Falta un mes para la realización del rodeo en la medialuna Chocalán -al interior de Melipilla- y, como es tradición en esa tierra, va a participar de la competencia.
“En su fundo, a cinco minutos de la medialuna, se crían varios caballos, especialmente para que corran durante el rodeo. Allá son cuidados por veterinarios que se encargan de controlar la alimentación y la salud de los animales. También se constatan lesiones y se les dan vitaminas para favorecer su crecimiento. Varios jinetes de la zona van especialmente a estas pesebreras para escoger al más idóneo a la hora de competir.
“Omar Correa aprendió viendo a sus familiares el arte de correr en rodeo, no tuvo un maestro formal, pero rápidamente se transformó en un jinete destacado. Con 50 años de trayectoria, ha ganado varios campeonatos dentro de la comuna e, incluso, llegó a participar del Campeonato Nacional en Rancagua.
“En el campo de su propiedad se trabaja con centenares de novillos. También hay veterinarios especializados y, por norma, se les controla para que tengan un peso entre 300 y 350 kilos, similar a los que tienen los caballos en competencia. Después de correr y recibir golpes serán alimentados de manera más abundante durante un año para luego ser puestos a la venta o ir a los mataderos.
“Omar Correa cuenta que en todos sus años corriendo en Melipilla jamás ha tenido un problema directamente con animalistas ni con otro tipo de manifestantes. La medialuna Chocalán, de 2.500 personas de capacidad, siempre se llena durante las colleras. Por lo mismo, se está preparando con el ánimo de siempre (…), como si nada estuviese pasando, sin pensar en las prohibiciones o en la posibilidad del retiro: ‘Yo quiero correr hasta que Dios me deje. Encuentro absurdo que quieran prohibir este deporte’, dice mientras ensilla al caballo con el que competirá (…), al que bautizó con el nombre de ‘Prestigio’ ”.
Como Ud. puede ver, lo que comenzó con una pequeña discusión y la prohibición en una Comuna sin medialuna, y de la cual tratamos en un programa anterior, ya alcanzó la cabeza del rodeo. Obtener una prohibición en Rancagua sería lo mismo que prohibirlo en todo el País.
Sin embargo, no crea que los “animalistas” se darán por satisfechos con estas prohibiciones al rodeo. Ellos también exigen la prohibición a las Victorias de Viña del Mar, los Zoológicos, las mascotas, supuestamente “sometidas” y “presas” en las casas particulares, talvez en la suya, y toda forma de dominio de los hombres sobre los animales.
Obviamente que no se trata de afirmar el absurdo de que los animales no deban ser tratados con el cuidado y el buen criterio que a todo ser criado por Dios corresponde. Es lo que enseña el propio Catecismo de la Iglesia: “los animales están confiados a la administración del hombre que les debe benevolencia. Pueden servir a la justa satisfacción de las necesidades del hombre”.
En definitiva, el debate va más allá de mantener una tradición versus presuntos maltratos a los animales. Lo que se discute en el fondo, es la vigencia o no del mandato de Dios a nuestros primeros padres, que figura en el primer capítulo del Génesis: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”.
No demora en llegar el día en que otros afirmarán los derechos de los vegetales, y entonces el hombre se transformará en la única especie peligrosa que se deberá limitar a través de la esterilización forzada de las mujeres, de la eutanasia de los ancianos improductivos y de cualquier otro medio inmoral. Se llegará así al absurdo de que todos los seres vivientes tendrán derechos. menos el único ser que fue creado a la “imagen y semejanza” de Dios.
Prueba de lo anterior es la completa indiferencia, cuando no el apoyo descarado, de estos mismos grupos con relación a la muerte de niños por nacer, o en relación a la condición indigna y vergonzosa en que viven millones de seres humanos en países comunistas como Cuba, Corea del Norte y China.
Surge entonces una pregunta: ¿detrás de todas estas prohibiciones, no existe un deseo de expulsar a Dios Creador de su propia obra?
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