El periodo de inscripción estará disponible hasta el próximo 21 de marzo, o hasta que se acaben los 50.000 cupos disponibles.

Por Juan Antonio Montes Varas Director Acción Familia

No hay duda de que la principal tarea de los padres de familia es la educación de sus hijos. De ahí que el tema de la educación esté tan unido con el de la familia. Es, por así decir, causa y efecto.

No podríamos entonces dejar de tratar de los resultados obtenidos al cabo de un año en materia de rendimientos escolares, medidos por dos pruebas que le dan nota a la enseñanza en Chile.

A primera, la más importante es la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), nieta o bisnieta de la antigua Prueba de Aptitud Académica, muchas veces rebautizada, pero que al final cumple la misma finalidad: Medir el nivel de los alumnos que pretenden pasar a la enseñanza universitaria.

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Naturalmente que todos los padres de familia anhelan que sus hijos puedan obtener buenos resultados y que tengan posibilidad de optar por las carreras profesionales que sean de su preferencia.

Es lo que le da movilidad social y económica a muchas familias cuyos progenitores no tuvieron la posibilidad de hacerlo. Dado el alto número de estudiantes que rinden esta prueba, más de 250.000, el número de familias interesadas en conocer sus resultados es muy grande.

¿Cuáles fueron ellos? ¿Qué dicen los expertos en materia de educación?

Comencemos por decir que todos los colegios bajaron en sus rendimientos. Incluso aquellos que obtuvieron los mejores resultados, éstos fueron inferiores a los años anteriores. Lo anterior ya nos da una mala noticia. Después de todas las reformas, de todos los recursos fiscales puestos para la mejora de la educación, ella no hace sino bajar.

Otro aspecto que ha sido por todos comentados es que se mantiene una enorme diferencia de rendimiento entre los colegios particulares pagados y los colegios públicos.

Tal diferencia, en realidad, no debería llamar tanto la atención, pues es natural que aquellos colegios que reúnen a alumnos con una base cultural más amplia, dada por sus propias familias, alcancen mejores resultados.

El problema no está allí. De lo contrario habría que prohibir que los padres entregaran a sus hijos la cultura y el conocimiento de que ellos disponen, lo que sería obviamente un disparate. O prohibir que hubiera familias con más caudal de conocimientos que otras, lo que todavía sería peor, pues equivaldría a querer cortar las piernas de los más altos, para que todos tuvieran la misma altura. O, como lo graficó el ex Ministro de Educación Eyzaguirre, “bajar de los patines” a quienes los tuvieran.

Es lo que se intentó hacer en todas las naciones comunistas y estatistas en general, con los resultados que conocemos.

En realidad, el papel del Estado en materia educacional, como en todos los aspectos de la vida social, no consiste en hacer una ingeniería sacando o poniendo patines, sino en ayudar subsidiariamente a los padres, que son los principales interesados en que sus hijos puedan recibir una buena educación, a que ellos la puedan alcanzar.

Y para alcanzar ese objetivo, lo primero por lo que el Estado debe velar es que en todos los establecimientos educacionales exista un nivel básico de seguridad y paz interior, sin lo cual, ningún estudiante puede dar aquellos que se le pide, aplicación, disciplina y constancia en los estudios.

Sin embargo, ese nivel básico de convivencia pacífica al interior de los colegios públicos, comenzando por los llamados “emblemáticos”, como eran el Instituto Nacional, el Barros Arana, el Carmela Carvajal y otros que se destacaban por sus buenos resultados, hoy se han transformado en verdaderos campos de batalla, donde los profesores no cuentan con las herramientas elementales para transmitir conocimientos.

La ley “de aula segura”, no está siendo aplicada, conforme declaraciones de la propia alcaldesa de Santiago, responsable de la mantención del orden en los colegios dependientes de esa municipalidad.

De acuerdo a las declaraciones de la alcaldesa comunista, “La Municipalidad de Santiago no apoya los procesos sancionatorios.”

El resultado de esta política de “dejar hacer y dejar pasar”, es que, conforme a información de la Dirección de Análisis Institucional y Planificación UC, los liceos emblemáticos tuvieron un rendimiento notoriamente más bajo que años anteriores en la PAES.

Por ejemplo, el Instituto Nacional se localizó en el puesto 201, 58 ubicaciones más abajo que lo arrojado por la PDT en enero de 2022, donde quedó en el lugar 143.

En el caso del Liceo Javiera Carrera, esta institución pasó del puesto 475 al 544. Mientras que el Internado Barros Arana saltó del 691 al 883, y el Liceo Aplicación del 886 al 904.

De manera sorprendente, el único liceo en que se evidenció una mejora fue el Barros Borgoño, que pasó del puesto 1.271 al 957.

Comparación con el 2005

Remontándonos hace 15 años atrás, según datos del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE), en el año 2005, el Instituto Nacional se ubicaba como la novena institución con mejor promedio de PSU,

Por su lado, en el mismo año, el Liceo N°1 Javiera Carrera se ubicaba en el puesto 118, con un promedio de 613,78 puntos entre sus 442 estudiantes que rindieron evaluación.

El Internado Nacional Barros Arana se ubicaba en el puesto 523 con un promedio de 529,33; el Liceo de Aplicación en el escalafón 352, con 560,58 puntos; y el Liceo Manuel Barros Borgoño en la ubicación 363 con 558,85 como promedio.

De esta manera, comparando los datos de 2005 con 2022, se aprecia un fuerte descenso en los puntajes y en el nivel de rendimiento de los estudiantes de liceos emblemáticos.

En lo que esos colegios no han descendido es en su notoriedad pública y en la permanente información de actos de vandalismo, atentados a la seguridad de profesores y alumnos, a quema de buses, a la evasión del Metro, y otros delitos que los mantienen en el ranking de la notoriedad pública.

De ahí que nada sirva sacarle los patines a los colegios que obtienen buenos resultados, sino intervenir con seriedad y eficacia para restaurar el orden y la paz social al interior de aquellos que no tienen patines pero que se dedican a fabricar bombas molotov.

Lamentablemente, este es el resultado de todas las reformas que sucesivamente se han ido instaurando a la agenda de educación, como resultados de las movilizaciones de la generación de los “pingüinos” y que hoy dirigen el Gobierno. Quedan pocas esperanzas de que quienes iniciaron e impusieron estas reformas, vayan a querer corregir esta nefasta situación.

¿Y quiénes son los perjudicados?

Las consecuencias las pagan los propios estudiantes que salen menos preparados y más ignorantes; las familias, que ven que la posibilidad de ascenso de sus hijos se ve más dificultoso en razón de la mala base con que egresan; y toda la sociedad que en uno de sus aspectos más importantes, como es el crecimiento en el conocimiento, se estanca.

Dejamos para otra oportunidad el comentar de las largas filas de apoderados en las puestas de los colegios para obtener matrícula a sus hijos.

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