Según los resultados de la encuesta Casen 2017, Biobío pasó de un 17.6% de pobreza por ingresos a un 12.3%. Sin embargo, estas cifras no se evidencian aún en una mejora en la calidad de vida de los grupos más vulnerables. La pobreza multidimensional se redujo sólo en dos puntos (17,4%). Esta medición no se funda sólo en el ingreso, sino que mira cómo es la vida de una persona: si tiene acceso a los servicios básicos, seguridad social, salud o si vive en un barrio marginado. Cuando uno mira estos factores, lo que sucede es que tras varios años de progreso, hay un estancamiento en la región.

“Pese a lo desalentador del panorama, gracias al aporte de los voluntarios, más de 50 niños de los jardines infantiles de Hogar de Cristo Biobío están accediendo a una educación inicial de calidad. Más de 90 adultos han dejado de vivir en  la calle, 40 personas egresaron de forma efectiva de nuestros programas terapéuticos, 600 hombres y mujeres se reencontraron con la vida laboral y 140 familias, que conviven con algún miembro adulto con discapacidad mental, contaron con servicios especializados para acceder a salud y planes de integración y apoyo. Esto se logró gracias al trabajo conjunto de profesionales, trabajadores y particularmente de voluntarios comprometidos, que van más allá de las tareas de su casa, del trabajo o de sus estudios, involucrándose en la misión de construir un territorio más justo”, señala Luis Cueva, Jefe de Operación Social del Hogar de Cristo.

A nivel nacional, existen más de tres millones y medio de personas pobres multidimensionalmente (Casen 2017) y el PIB per cápita es de casi 20 mil dólares, esto revela que existe una enorme desigualdad. Esa situación es la que moviliza a los casi 37.000 voluntarios del Hogar de Cristo, que de manera individual, grupal o corporativa, participan en sus distintas fundaciones a lo largo del país, en un año calendario. Para ellos, la solidaridad es un concepto que los hace involucrarse de manera activa. Las mujeres llevan la delantera en esta materia, por ejemplo, de los 4.360 voluntarios individuales del Hogar de Cristo, casi 3 mil son mujeres.

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En cuanto a distribución geográfica, la Región Metropolitana concentra lógicamente el mayor porcentaje del voluntariado (25,9%) seguida por Bíobío (15,3%), lo que no es tan lógico si la comparamos, por ejemplo, con las cifras de Valparaíso (8,8%). Y las líneas de acción o temáticas favoritas para trabajar son adulto mayor y personas en situación de calle (33,2%), educación inicial (19,1%) y discapacidad mental (9,9%).

Desde sus inicios hace 74 años, el Hogar de Cristo ha contado con la fuerza del voluntariado como parte esencial de su misión de construir un país más justo y digno. Hombres y mujeres que deciden salir de su zona de confort para ir en ayuda de los más pobres entre los pobres.

“Nos alegra que haya un día destinado a celebrar y a agradecer a los voluntarios, porque ellos contribuyen a hacer un mundo mejor, dando de su talento y de su tiempo al que más lo necesita. Están siempre dispuestos a tender una mano y a prestar un servicio de manera desinteresada, lo que, sin duda, merece que se reconozca en todo tiempo y lugar”, sostiene el Capellán del Hogar de Cristo, José Francisco Yuraszeck.

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