Por María Soledad de la Cerda E.

Autora de: “Chile y los Hombres del Tercer Reich”

La Asociación Mundial de Medicina del Sueño creó en el año 2008 el “Día Mundial del Sueño” que se celebra desde entonces cada año el tercer viernes del mes de marzo, poniendo así de relieve su  importancia  y la necesidad de continuar estudiándolo.

Precisamente el misterio de lo que el sueño hace por nuestro cerebro desveló por años a Giulio Tononi, el eminente médico psiquiatra que ocupa el cargo de Director del Centro de Investigación del Sueño y la Conciencia de la Universidad de Wisconsin, quién, junto a su equipo, logró resolver el enigma.

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Explicar por qué y para qué dormimos, así como para hablarnos sobre la conciencia, son algunos de los temas que él vendrá a discutir en Chile en Puerto de Ideas, Festival de Ciencia de Antofagasta 2017 presentado  por Minera Escondida, operada por BHP Billiton, que se realizará entre los días 7 y 9 de abril de 2017

Fue en el año 2011 que Tononi, junto a su colaboradora  Chiara Cirelli,  aseguraron que “durante la vigilia, el aprendizaje fortalece las conexiones sinápticas de todo el cerebro, lo que aumenta la necesidad de energía y satura el cerebro con nueva información” en un estudio que dieron a conocer a la comunidad científica con una teoría bautizada como “hipótesis de la homeostasis sináptica” (SHY) del sueño. Dormir permite al cerebro recuperarse, y ayuda a integrar el material recién aprendido y convertirlo en recuerdos consolidados, lo que le posibilita comenzar de nuevo el día siguiente.

En un lenguaje más coloquial y haciendo un símil entre nosotros y un computador,  lo que los científicos sostienen es que durante el sueño nuestro cerebro se “resetea”, archiva lo que corresponde y hace una limpieza que libera espacio para funcionar en la siguiente jornada, y almacenar información nueva en nuestro disco duro, que es el cerebro.

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Una vez dada a conocer su hipótesis al mundo científico,  a Tononi y Cirelli les quedaba por delante una tarea titánica: demostrar que tenían razón. Para ello, junto a un equipo de siete investigadores trabajaron intensamente durante cuatro años logrando crear modelos 3D del tejido cerebral de  un grupo de ratas de laboratorio  para identificar las sinapsis.

Los resultados de estos experimentos, presentados hace menos de un año en la reunión de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia realizada en Copenhague, Dinamarca, corroboraron sus afirmaciones, pues  las sinapsis de las muestras tomadas al final de un período de sueño fueron 18% más pequeñas que las de las muestras tomadas antes de que los sujetos estudiados se durmiesen, mostrando que las sinapsis o conexiones  entre las neuronas se debilitan mientras dormimos.

El equipo descubrió también que algunas sinapsis parecen estar protegidas, pues un quinto de ellas conservó siempre -en sueño y en vigilia- el mismo tamaño, lo que a juicio de Tononi era como si el cerebro estuviera preservando sus recuerdos más importantes. Con este resultado, el científico concluyó que podemos olvidar de manera inteligente y que “el sueño es el precio que pagamos por el aprendizaje”.

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