Por Juan Antonio Montes Varas Director Acción Familia

Desde que se creó la primera cédula de identidad, en 1924, junto con la creación del Servicio de Identificación, esta semana que acaba de pasar, el identificado podrá no aparecer como hombre ni como mujer, sino como X.

El pasado lunes 10 de este mes, tuvimos una mala noticias para la estabilidad de la familia en Chile: El Registro Civil entregó la primera cédula de identidad “no binaria” en Chile.

¿Qué quiere decir esto?

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Es que por primera vez el Estado de Chile reconoce oficialmente un tercer sexo, que llama de no binario, es decir, como alguien que no pertenece al género masculino ni femenino.

Tal resolución no sólo es contraria a la naturaleza humana sino también contraria a la revelación divina, que desde las primeras enseñanzas del Génesis nos indica que Dios creó a los hombres, como “varón y mujer”.

A partir de ahora, los carnets de identidad podrán contar con una “X” en el marcador de sexo/género, en vez de los denomínales M de masculino o F de femenino.

Quizá algún radioyente nos pregunte qué de malo puede tener esta medida del Registro Civil.

Para responderle a este supuesto objetante comencemos por determinar de qué estamos hablando cuando se menciona al supuesto “género no binario”.

Recurrimos al infaltable Wikipedia, que nos dice: “El género no binario, en el marco de los estudios de género, es la denominación que se aplica a las personas (…) no se perciben totalmente masculina o femenina. Las personas de género no binario pueden identificarse con un tercer género ajeno al binarismo (género disidente); con dos (bigénero), tres (trigénero) o más géneros (pangénero) simultáneamente; tener un género fluido que transicione entre dos o más géneros de forma perpetua o esporádica, o ser agénero si no se identifican con ningún género total o parcialmente. (…) las personas no binarias tienen una variedad de orientaciones sexuales, al igual que las personas cisgénero.”

En palabras más simples, es el reconocimiento oficial del amor libre, independiente de la naturaleza humana y de las leyes de la moral.

Pero no es sólo un reconocimiento legal, sino también, como lo afirma el propio personaje que gestionó su reconocimiento como “no binario”, la medida del Registro Civil, abre la posibilidad de que el Estado otorgue subsidios especiales a tales individuos.

Cuando el Estado reconoce esta supuesta condición “no binaria”, está al mismo tiempo desconociendo la naturaleza humana y dando una señal a la población de que puede optar por cualquier tipo de caprichos sexuales, sin relación con el bien común de la sociedad y, más aún, recibir un subsidio del Estado por su “condición no binaria”.

Es lo que afirma el sujeto que tramitó esta nueva cédula X. “A través de redes sociales, Cienfuegos explicó que este ‘reconocimiento de este primer carnet no ‘binarie’ a una persona mayor de 18 años en Chile -y que por lo demás, es el tercer carnet no binarie en América Latina, el primero se entregó en Argentina y el segundo en Colombia- abre un diálogo, a propósito de poder problematizar las desigualdades sociales a las que nos hemos visto ‘enfrentades’ como comunidades no ‘binaries’ dentro de estos sistemas de represión heterosocial’”.

Para Cienfuegos, el reconocimiento del Estado a la familia constituida por un hombre y una mujer, con el fin primario de la perpetuación de la especie y educación de los hijos, constituiría “una represión heterosocial”.

Muy al contrario de esta ideología de género, la sociedad encuentra su origen en la familia natural y cristiana, que consiste en la unión del varón y de la mujer, de modo indisoluble, abierta a recibir y educar a los hijos que Dios le mande. Sin padres no hay hijos, y sin hijos las sociedades desaparecen. Por ello, la familia es anterior al Estado y a éste le corresponde protegerla.

Reconocer otros tipos de géneros y uniones, opuestas con la naturaleza humana, es contribuir a la desintegración de la propia sociedad, una vez que se estimulan uniones irremediablemente estériles, que no traen hijos al mundo, ni cumplen con su rol de educadores. O sea, uniones que, como pantanos, se estancan en ellos mismo, en sus caprichos sexuales, sin consecuencia ni relación con la ley natural ni la Ley de Dios.

Es precisamente lo que acaban de hacer notar los Obispos de España en un documento publicado la semana pasada, en que analizan una serie de proyectos de ley que intentan introducir en la legislación de la Madre Patria conceptos similares a la medida que estamos comentando.

La Iglesia española se posiciona contra la ‘ley trans’ porque niega la posibilidad de recibir tratamiento psicosexual

Los Obispos hispanos afirma que se pronuncian por su misión de  «defender y mostrar la dignidad de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios».

Así, los obispos de la Conferencia Episcopal Española alertaron, el mismo lunes que se publicó en Chile la noticia de la cedula “no binaria”, que en los últimos meses se han presentado iniciativas legislativas que, lejos de promover el bien de la persona y su dignidad, ‘atentan gravemente contra la misma’.

Entre las cosas que más preocupan a los Obispos, se encuentran: ‘Promulgar el aborto como un derecho, el atentado a la igualdad que supone permitir el aborto de los discapacitados hasta los cinco meses y medio, la posibilidad de que las chicas de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, la obligatoriedad de que los médicos que rechacen realizar abortos tengan que inscribirse en un registro de objetores de conciencia o la eliminación del período de reflexión antes de abortar y de la información sobre alternativas al aborto».

En cuanto a la ‘ley trans’, los obispos hacen notar su ‘inquietud’, ya que ésta contiene elementos ‘realmente preocupantes de imposición de la teoría queer, que cuestiona radicalmente la identidad sexual de las personas, en todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social, estableciendo e imponiendo arbitrariamente una única concepción antropológica’».

Ante este horizonte ‘de colonización ideológica’, los obispos recuerdan ‘la antropología’ católica que consiste en reconocer que la persona es la unión de cuerpo y alma, ‘siendo el cuerpo un bien de la creación y expresión de la persona’.

Los Obispos españoles dan testimonio de que son mucha las “madres, jóvenes y adolescentes que han sufrido las consecuencias que produce la llamada teoría queer o teoría del gender. A todos ellos queremos mostrar nuestro apoyo y ayuda y tenderles la mano para iluminar la perversión de una legislación ideológica”.

El documento de los eclesiásticos afirma que “Es preocupante la implicación directa de la Administración y de los poderes públicos en la promoción de los postulados de la ideología de género. Un estado democrático no puede imponer una peculiar y reducida visión antropológica en todos los ámbitos: educativo, jurídico, sanitario, laboral, en los medios de comunicación, en la cultura, el deporte y el ocio”.

Tales advertencias resultan particularmente oportunas, no sólo para España, sino también para todas las naciones en que la Fe católica todavía es reconocida por una parte mayoritaria de la población, como es el caso de Chile.

La declaración de los Obispos hispanos coincide con las advertencias que la Conferencia Episcopal chilena dio antes del plebiscito del 4 de septiembre pasado.

En esa oportunidad la CECh, afirmó: “Preocupa también, en este campo, la fuerte presencia de la ideología de género en el texto (constituyente), pues da la impresión de que busca imponerse como un pensamiento único en la cultura y el sistema educativo, lo que daña el principio de libertad de enseñanza de los padres respecto de sus hijos El problema es que el proyecto (constitucional), entre otros aspectos, sostiene el derecho al aborto, asume una orientación cuestionable de la educación sexual donde los padres participan de una forma muy insuficiente, y promueve una teoría radical de género; todos aspectos incompatibles con la fe cristiana”.

Por todo lo anterior, el otorgamiento de una cédula de identidad, que no identifica el sexo de su poseedor, es un primer paso hacia el abismo de esta ideología inhumana y anti católica. Mucha razón tuvo el 62% de los chilenos para rechazar esta propuesta.

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