La directora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Anneliese Dörr, señala que el estado de aburrimiento irritabilidad y cansancio son unas de las principales causas de riesgo en estas personas.

Santiago, 16 de abril de 2020.- Es una realidad que el mundo, hasta hoy en día, está siendo sometido a cambios nunca antes vistos, y para los cuales nadie estaba preparado, como el hecho de estar encerrados en casa y con pocas posibilidades de salir, a excepción de aquellas personas aquejadas de alguna enfermedad o discapacidad. La rutina se ha visto bruscamente alterada, debiendo cada persona echar mano de los primeros recursos que encuentra para lograr así adaptarse mínimamente, y evitar caer en cuadros de angustia. No hay que olvidar que la rutina, que se ve refleja mediante la repetición, es uno de los principales medios que tiene el hombre para defenderse de la angustia, inventando para ello el tiempo cíclico. De esta manera, el COVID-19 es una pandemia que nos ha puesto frente a una situación nueva y no esperada: el encierro y el desconocimiento o poco control de nuestro futuro.

Al respecto, la directora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Anneliese Dörr, señala que “toda nuestra rutina se ha visto alterada y no sabemos hasta cuándo va a durar. Sin rutina, encerrados e ignorantes frente a nuestro futuro, la posibilidad de verse aquejado por la angustia es muy alta. En aquellos sujetos que padecían de antes algún cuadro relacionado con la salud mental, y que habían logrado a través de la ayuda adecuada mantener un cierto equilibrio, es por cierto un reto el no descompensarse”.

Estudios hechos después del confinamiento en países asiáticos hablan de que el encierro sería un “catalizador” en la aparición de patologías pre existentes relacionadas con la salud mental.  La prestigiosa revista The Lancet publicó una revisión sobre lo reportado en el pasado con epidemias como el MERS, SARS, ÉBOLA, o gripe A, en que se había sometido a los sujetos a cuarentena, señalando que esta tiene un impacto psicológico evidente y que se traduce, la mayoría de las veces, en bajo ánimo (73%), irritabilidad (57%), y síntomas depresivos en general. Sin embargo, si se revisan más estudios lo que se aprecia es una gran variedad de síntomas, que van desde la depresión hasta el nerviosismo, aburrimiento y conductas de riesgo. Aquellos sujetos que presentan conductas de riesgo, tales como el consumo de alcohol y drogas, son quienes menos soportan los estados de aburrimiento, debido en gran parte a que su sistema dopaminérgico se encuentra desequilibrado por el consumo.

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Sobre esto, Dörr, quien también integra la Asociación Médica para la Prevención (AMP), advierte: “Podríamos decir que las cuarentenas, que alteran nuestras rutinas y que propician la aparición de irritabilidad, cansancio o aburrimiento, son situaciones de alto riesgo de descompensación en personas consumidoras de drogas”.

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En esa línea, agrega que “aquellos jóvenes con consumo problemático, y que estaban en tratamiento, requieren continuar con este. Posiblemente los rasgos de personalidad del joven consumidor de drogas son en gran parte los causantes de la dificultad que tiene para soportar una situación de encierro como son las cuarentas. Estas características, por lo general, son: búsqueda de experiencias transitorias; provienen generalmente de familiares estructuradas de manera diferente; dificultad para tomar decisiones importantes y cumplir compromisos adquiridos; búsqueda de sensaciones gratificantes con recompensa inmediata; inclinación a vivir sin restricciones, y muchas veces baja autoestima”.

Ante eso, los especialistas recomiendan a las familias ayudarlos a reestructurar su tiempo en una rutina afín a cada sujeto en particular, incorporando también la actividad física, la que favorece la liberación de endorfinas como serotonina, dopamina y otras sustancias, que permiten facilitar la estabilidad anímica y la conciliación del sueño.

“El joven consumidor de drogas teme al aburrimiento más que a nada, aunque desconoce que ese estado es fuente de creatividad. Este aburrimiento puede resignificarse, ayudando al joven a darle otro sentido, o bien no entrar en discusiones cuando este se queje de su desmotivación. La neurociencia nos dice que cuando el cerebro no hace nada en el fondo está trabajando mucho, la red en reposo conecta áreas que no estaban comunicadas.  El joven consumidor cuando se ve aquejado de sentimientos distímicos, ya sea ansiedad, irritabilidad, desmotivación, va a recurrir a la droga, que funcionará como ‘medida de seguridad’ que transitoriamente lo aliviará de los síntomas. Sin embargo, estas medidas son solo ilusiones porque a poco andar reaparece la ansiedad con mayor fuerza”, recalca Dörr.

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